La casa de los espíritus

¡¡¡Saludos, queridxs yogurines y amantes de los libros!!!

Como ya estamos a pocos meses de finalizar el año y yo realmente estoy muy atrasada con las reseñas, he decidido que por una o dos semanas, habilitaré los miércoles para subir también mis opiniones sobre mis lecturas…

En realidad, como ya he dicho en otras reseñas, no tengo mucho tiempo durante la semana para publicar pero, aprovechando que ando de licencia básicamente de la vida adulta, porque tengo una lesión en el tobillo que me impide prácticamente moverme y tengo una bota Walker,  el estar retrasada con las reseñas me viene como anillo al dedo porque no tengo mucho para hacer además de poner el pie en alto. 

Sin más dilación, vayamos a la reseña de este clásico latinoamericano, Qué vale la pena leer ( aunque sea una vez, solo por probar). 

La autora:

Explicación del libro

ISABEL ALLENDE LLONA (Lima, Perú, 2 de agosto de 1942). Es una escritora chilena, miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras desde 2004. Se adjudicó el Premio Nacional de Literatura de su país en 2010.

Hija del diplomático Tomás Allende Pesce y de Francisca Llona Barros, nació en Lima mientras su padre se desempeñaba como embajador de Chile en Perú y es la mayor de los tres hijos del matrimonio. Su padre era primo hermano de Salvador Allende, presidente de Chile entre 1970-1973. Sus padres se separaron en 1945, y su madre retornó con Isabel y sus dos hermanos a Chile, donde vivió desde 1946 hasta 1953.

Entre 1953 y 1958, su familia residió sucesivamente en Bolivia y Beirut (Líbano). En Bolivia frecuentó una escuela estadounidense y en Beirut estudio en un colegio privado inglés. En 1958 retornó a Chile y se reencontró con Miguel Frías, con quien contrajo matrimonio en 1962.

Desde 1959 hasta 1965 trabajó en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Santiago de Chile. En 1963 nació su hija Paula. Los años siguientes pasó largas temporadas en Europa, residiendo especialmente en Bruselas y Suiza. De retorno a Chile en 1966, nació su hijo Nicolás.

A partir de 1967 tomó parte en la redacción de la revista Paula, al tiempo que publicó artículos sobre diversos temas. Posteriormente realizó diversas colaboraciones para la revista infantil Mampato y publicó dos cuentos para niños La abuela Panchita y Lauchas y lauchones y una colección de artículos titulada Civilice a su troglodita; además trabajó en dos canales de televisión chilenos.

En 1973 estrenó su obra de teatro El embajador. Ese mismo año, se produjo el golpe de Estado encabezado por el general Pinochet, en el que murió su tío. En 1975 se autoexilió con su familia en Venezuela. Allí permaneció 13 años trabajando en el diario El Nacional de Caracas y en una escuela secundaria hasta 1982, y publicó su primera obra teatral La casa de los siete espejos (1975).

En 1981, teniendo su abuelo 99 años y estando el mismo a las puertas de la muerte, comenzó a escribirle una carta que se convirtió en un manuscrito. La casa de los espíritus (1982), su primera novela y, su obra más conocida.

Esta suscitó un gran interés y más tarde fue adaptada al cine (por Bille August) y al teatro.

En 1984, publicó De amor y de sombra, la que rápidamente se convirtió en otro gran éxito y que también fue llevada al cine. Los viajes constantes que emprendió promocionando sus libros hicieron que su matrimonio con Frías llegara a término. Divorciada de su marido, se casó con Willie Gordon el 7 de julio de 1988 en San Francisco.

En 1988, concurrió a votar en el plebiscito que hizo dimitir al General Pinochet. En 1990, con el retorno de la democracia en Chile, fue distinguida con el premio Gabriela Mistral por el presidente Patricio Aylwin. Tras la muerte de su hija Paula, Allende publicó el libro de memorias Paula (1994). Este está escrito en forma de carta dirigida a su hija, cuando esta se encontraba en coma en un hospital de Madrid. Son una memoria de sus años de niñez y de exilio. Paula murió de porfiria en 1992.

Actualmente reside en San Rafael (California). Ha sido distinguida en la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos.

Sinopsis:

La novela recorre, con el paso de los años, la evolución de los cambios sociales e ideológicos del país, sin perder de vista las peripecias personales —a menudo misteriosas— de la saga familiar. Entrarán en escena los avances tecnológicos, la mudanza en las costumbres, las «nuevas ideas» socialistas y de emancipación de la mujer, el espiritismo y los fantasmas comunistas, hasta desembocar en el triunfo socialista y el posterior golpe militar. Estas convulsiones afectarán a la familia de Esteban Trueba —cuyos miembros poseen siempre algún rasgo extravagante y desmedido— con distintos matices de dramatismo y violencia. El viejo terrateniente

envejece y, con él, una forma de ver el mundo basada en el dominio, el código de honor y la venganza. La casa de los espíritus fue llevada al cine por Bille August en 1993. Antonio Banderas, Meryl Streep, Glenn Close, Winona Ryder y Jeremy Irons encarnaron a los personajes principales.

Opinión personal:

“Al ver aquella multitud desconcertada y nerviosa y aquel tumulto de bártulos, Esteban se sintió derrotado por primera vez en su vida, especialmente cuando descubrió entre el equipaje un san Antonio de tamaño natural, con ojos estrábicos y sandalias repujadas. Miraba el caos que lo rodeaba, arrepentido de la decisión de viajar con su mujer y su hija, preguntándose cómo era posible que él solo necesitara de sus dos maletas para ir por el mundo y ellas, en cambio, llevaran ese cargamento de trastos y esa procesión de sirvientes que nada tenían que ver con el propósito del viaje.”

Este libro lo intenté leer en varias oportunidades, ya que crecí viendo la bonita edición que había en casa de mis padres… hasta que un día la prestaron y jamás volvió con nosotros. 

Ahora, gracias al club de lectura, he intentado nuevamente sumergirme en la lectura de este libro.

¿Vamos a ver qué me pareció?

La verdad es que, a pesar de haber intentado leerla, no le tenía muchas expectativas a esta novela porque no me llevo muy bien con la literatura chilena (son muy pocas las obras que logran llegar a gustarme o a hacerme sentir algo positivo).

Este libro no es la excepción. En su mayor parte, en la primera mitad, los capítulos son demasiado largos y pesados, con narradores que cambian todo el tiempo y con narraciones que se alternan sin ton ni son entre la tercera y la primera persona, con personajes que intentan tanto destacar, que no logran nada más que un cambalache. Si bien esto va mejorando con el paso de los capítulos, soy partidaria de la creencia de que el inicio es lo más importante, ya que tiene la tarea de enganchar a quien consume (libros, series, películas…) y ser así de enquilombado no ayuda.

La mayor parte de las veces no me molesta que los capítulos sean largos, pero la diferencia (para mal) es que además, son pesados, tediosos. Hacía mucho tiempo que tardaba tres días en terminar un capítulo, y eso se debe a que ¡Me quedaba dormida leyendo esta historia! Con eso se los digo todo. 

Recién mejora esto en el cuarto capítulo. 

“—Vengo a anunciarle desgracias, Esteban —dijo Luisa Mora después de acomodarse en el sillón.

—¡Ay, querida Luisa! De eso ya he tenido suficiente… —suspiró él.

[...]

—No tengo la menor duda, Esteban —concluyó—. Se avecinan tiempos atroces. Habrá tantos muertos que no se podrán contar. Usted estará en el bando de los ganadores, pero el triunfo no le traerá más que sufrimiento y soledad.”

Esteban Trueba: se podría decir que es uno de los principales protagonistas de este libro. 

Tiene una personalidad que hace que lo haya odiado durante la lectura. 

Al inicio es el prometido de Rosa Del Valle, pero a la muerte de ésta, se va a vivir al campo donde se granjea la reputación de patrón con mal carácter, para luego casarse con Clara, la hermana menor de Rosa.

“Trueba siguió labrando su prestigio de rajadiablos, sembrando la región de bastardos, cosechando el odio y almacenando culpas que no le hacían mella, porque se le había curtido el alma y acallado la conciencia con el pretexto del progreso. En vano Pedro Segundo García y el viejo cura del hospital de las monjas trataron de sugerirle que no eran las casitas de ladrillo ni los litros de leche los que hacían a un buen patrón, o a un buen cristiano, sino dar a la gente un sueldo decente en vez de papelitos rosados, un horario de trabajo que no les moliera los riñones y un poco de respeto y dignidad. Trueba no quería oír hablar de esas cosas que, según él, olían a comunismo.”

Lo peor de todo, es que jamás dejó de creer que era un muy buen patrón, cuando en realidad era una mala persona.

Sin embargo, al contrario de lo que he leído en otras reseñas, siento que este hombre tenía una personalidad tan fuerte que a su alrededor las personalidades de Clara y Férula quedan completamente desdibujadas.

La primera, al ser una esposa de inicios del siglo pasado, es lógico que sea sumisa frente a su marido y lo deje despotricar contra las ideas nuevas (sobre todo lo concerniente al comunismo y al feminismo), pero que cuando él está lejos, sea de aquellas mujeres que pregonan por derechos como el sufragio femenino y la igualdad entre el hombre y la mujer.

Eso sí, cuando él se pasa tres pueblos, ella toma a su hija, sus pertenencias y lo manda a freír churros al quinto infierno.

La segunda… Es la hermana de Esteban, quien lo crió y quien más lo odia de todos los personajes. Deja que él sea el dueño y señor, pero siente rencor. Está enamorada de Clara, eso no me lo quita nadie de la cabeza, y siento que es una buena manera de presentar un personaje así para lo que era la literatura en el momento en que se editó este libro.

“Férula había llegado a querer a Clara con una pasión celosa que se parecía más a la de un marido exigente que a la de una cuñada. Con el tiempo perdió la prudencia y empezó a dejar traslucir su adoración en muchos detalles que no pasaban inadvertidos para Esteban.”

Con respecto al realismo mágico, de eso realmente no voy a hablar. No porque no quiera, sino porque no tengo otra obra de la autora con qué compararla, ya que como dije antes, al no tener buenas experiencias con la literatura chilena, no he leído nada de esta autora. 

Y no voy a comparar este libro con Cien años de soledad, ya que (aunque le encontré varias similitudes) siento que este sub género solo se puede analizar comparando a cada autor dentro de su propia literatura ¡No mezclar peras con bananas!

Pero sí voy a hablar de la política en este libro. 

La autora eligió un periódo de la historia latinoamericana que está muy marcado por las corrientes sociales y políticas: desde 1900 hasta 1999 la sociedad latinoamericana se vio envuelta en guerras, golpes de Estado, leyes de sufragio y enfrentamiento entre el capitalismo y el comunismo. 

Todo esto, la autora lo supo abordar de una manera magistral, que lleva al lector a tomar partido por tal o cual personaje… a pesar de que solo hace un retrato de ellos.

El libro fue publicado en 1982 y, si tenemos en cuenta esto, se puede decir tranquilamente que es un libro adelantado a su época porque en los años 80 hablar del aborto era tabú y este libro lo trata con tanta naturalidad que no parece escrito en los 80 sino que parece escrito en la actualidad. Vamos a darle un puntazo por eso, porque puede no gustarte el tema, pero no podés obviar el hecho de que cuando fue editado el libro ese tema era todavía demasiado tabú, era un “De eso no se habla”.

También habla de otros temas como lo pueden ser los saqueos de las reliquias aborígenes, diciendo claramente que son patrimonio cultural de la región, sin ningún miramiento; o temas cómo lo pueden ser los gustos sexuales -digamos- extravagantes (me refiero a las personas que practican el bdsm o tienen prácticas parecidas a las del Marqués de Sade).

Sin embargo, para mí la mejor parte es la que relata el ascenso y caída de la izquierda. Pero no por lo que relata, sino porque es donde más se evidencia que éste fue el primer libro de la autora. Allí cuenta cosas que es evidente que vivió (si no de manera directa, si por verlo pasar).

Para explicarme mejor en lo que acaban de leer voy a poner un ejemplo: mi generación vivió la guerra que tuvo el Estados Unidos de Bush hijo contra el régimen de Saddam Hussein, pero solo los que habitaron ese epicentro lo vivieron de manera directa. A eso me refiero con que si no lo vivió de manera directa por lo menos lo vivió viéndolo pasar.

“En los meses siguientes la situación empeoró mucho, aquello parecía un país en guerra. Los ánimos estaban muy exaltados, especialmente entre las mujeres de la oposición, que desfilaban por las calles aporreando sus cacerolas en protesta por el desabastecimiento. La mitad de la población procuraba echar abajo al gobierno y la otra mitad lo defendía, sin que a nadie le quedara tiempo para ocuparse del trabajo. 

[...]

El Presidente aparecía en la televisión casi todas las noches para denunciar la guerra sin cuartel de la oposición. Estaba muy cansado y a menudo se le quebraba la voz. Dijeron que estaba borracho y que pasaba las noches en una orgía de mulatas traídas por vía aérea desde el trópico para calentar sus huesos. Advirtió que los camioneros en huelga recibían cincuenta dólares diarios del extranjero para mantener el país parado. Respondieron que le enviaban helados de coco y armas soviéticas en las valijas diplomáticas. Dijo que sus enemigos conspiraban con los militares para hacer un golpe de Estado, porque preferían ver la democracia muerta, antes que gobernada por él.”

Por último, aunque no puedo hablar de ella sin hablar de sus padres, nombraré a Alba, la hija de Blanca Trueba y Pedro tercero García. Si bien sus padres no son tan importantes, ella sí lo es. Durante buena parte del libro (y con esto me refiero a algunas ediciones), uno como lector piensa que el retrato que aparece en la tapa es Rosa, la hermana de Clara. Sin embargo es llegando hacia el final del libro que uno entiende que el retrato de la tapa del libro en esa edición es Alba. He escuchado de algunos lectores del libro que no se identificaron con ella, sin embargo yo no pude evitar hacerlo, y eso me dejó con una angustia terrible por el final que tiene ese personaje. ¡Hasta logró que sintiera empatía por la desesperación de Esteban, el final de Alba!

La nota es 8,5/10 (4,25/5 ✨), porque pasó de casi hacerme entrar en un bloqueo lector, a dejarme con los sentimientos a flor de piel.

Aún así, no sé si me voy a atrever a leer otro libro de esta autora en un futuro cercano…

Y, como esto es todo, me despido.

Hasta la próxima reseña.

Chaíto!!

“«Me dirijo a aquellos que serán perseguidos, para decirles que yo no voy a renunciar: pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Siempre estaré junto a ustedes. Tengo fe en la patria y su destino. Otros hombres superarán este momento y mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas serán mis últimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano».”