¡¡¡Saludos, queridxs yogurines y amantes de los libros!!!
En esta semana les traigo la reseña de una nueva novela de “Romance para principiantes”, elegida en el club de lectura y que es el primer libro de una bilogía.
Como no quiero hacer muy larga la entrada, vamos directamente a la ficha de la autora.
La autora.
Violeta Reed (Madrid, 1989) es una escritora española afincada en California que se dedica a escribir novelas románticas. Su pasión por la escritura le viene desde que era pequeña, cuando al no poder dormir, inventaba cientos de historias en su cabeza.
Su trayectoria profesional la comenzó en el mundo del marketing; sin embargo, nunca abandonó las ganas de dedicarse a su gran pasión. Redactó blogs ajenos, así como el suyo, y al mudarse a Estados Unidos tuvo la oportunidad de formarse en Escritura Creativa en las universidades Wesleyan y en Stanford.
Reed debutó en el panorama literario con Cien razones para odiarte, primera parte de la bilogía Mis razones que continúa con Mil razones para quererte.
La obra.
Sinopsis:
William Anderson es el escritor de fantasía más exitoso de la década, con millones de lectores enganchados a su pluma. Es exigente, ambicioso… y tremendamente atractivo.
Raquel García es una joven española que llegó a Nueva York persiguiendo su sueño: trabajar en una de las editoriales más importantes del país. Lo que no imaginaba es que, para conseguirlo, debería lidiar con Anderson después de que este prometa en un reconocido programa de televisión que su próximo libro será el «best seller» de romántica del año.
William no está dispuesto a dejarse corregir y Raquel no va a pasarle ni una.
Condenados a entenderse, tendrán que trabajar juntos para superar un gran reto: sacar adelante la novela que cambiará sus vidas.
Una historia de amor escrita corregida en boli rojo.
Opinión personal:
“—Luego, esa es otra… Nora lleva años sin acostarse con nadie y Hunter la penetra del tirón, por arte de magia. Sin preliminares y sin preservativo, como si solo le importase su propio placer… ¿Te das cuenta de que no tiene sentido? — Will no contestó —. Y menos cuando especificas que su miembro es gigante… Y lo peor de todo, ¿a Nora le da igual quedarse embarazada o contraer enfermedades de transmisión sexual? Es que, de verdad, solo un tío podría escribir esto así… — No le di tiempo a responder y hablé de carrerilla —: Y, bueno, hay un par de expresiones con las que me sangran los ojos. ¿De verdad no se te ocurre otra manera para decir que está húmeda que escribir «Mi bajo vientre parecía una cascada»? Y espérate, que tengo otra mejor… — Levanté el bolígrafo para pedirle silencio —. Te la leo: «No fue de extrañar que, segundos después, yo estuviese a punto de caramelo».
—¿Qué tiene eso de malo? —Volvió a alzar la voz.
«Es increíble que me paguen por explicarle esto a un hombre de treinta años».
—¿A punto de caramelo? ¿En serio? — Dejé el bolígrafo sobre la mesa con más fuerza de la necesaria —. ¿Va a tener un orgasmo o van a hacer dulce de leche? — Negué con la cabeza indignada —. Will, te guste o no, todo esto es surrealista. Estas expresiones dan lugar a risa, pero en plan mal. De esto que te ríes desesperada por no llorar.”
Un libro sobre libros. Qué. Emoción.
Esa fue mí reacción cuando leí la sinopsis de este libro. Y es que por lo general, le huyo a ese tipo de tropo. No sé qué es lo que me da repelús, pero lo hace… y esta no fue la excepción. Sin embargo, esta novela salió elegida en el club de lectura y ¿Quién soy yo para no leer algo que se eligió democráticamente?
¡Madre mía! ¿Cómo lo digo? Esta novela es un cliché con patas. Ella trabaja en una casa editorial y quiere conseguir un puesto de editora jefe, o algo así. Para eso tiene que fumarse a un escritor imbancable (y eso que ella no es mucho mejor) al que la fama se le subió a la cabeza y que es un cliché en sí mismo, incluyendo su lectura de Brandon Sanderson ¿La autora no podía poner un autor más obvio para que su personaje escritor leyera? (Y eso sin contar que en tan solo los primeros tres capítulos nombró cuatro veces a Danielle Stelle, además de su mención a Nora Roberts y a Nicholas Sparks. Si, autora, ya sabemos que “sabés de literatura actual”, no lo hagas tan obvio).
Pero eso no es lo peor de todo, porque mal que mal te acostumbrás a esas cosas cuando lo que realmente buscás en un romance es que los personajes te puedan definir con pocas y simples palabras sus gustos en los primeros capítulos, para después ir desarrollando sus personalidades a medida que se desarrolla la trama.
¿Lo hace? si. ¿Cómo? ¡Mal! Bueno, no mal… mal. Los dos protagonistas están bien definidos… pero paremos ahí.
Ya dije que es un libro sobre libros, por lo que la autora se metió en un berenjenal que le iba a ser muy difícil de sortear. Y no salió indemne, porque abrió muchas puertas.
Me refiero a esto:
La historia trata sobre William, un escritor de fantasía que, dando una entrevista se enoja con un comentario y termina asegurando que escribirá un libro de romantasy que será mejor que las novelas de Danielle Stelle. Su editor, para que salga airoso de todo esto, lo obliga a trabajar en conjunto con una de sus editoras adjuntas, Raquel, que se dedica a la sección de novela romántica de la editorial, porque la verdad es que la narración te deja bien en claro (desde distintas voces que lo dicen) que William es pésimo escribiendo una buena trama romántica.
Raquel es una chica que ama el café con sirope de starbucks (y eso te lo van a repetir todo el bendito tiempo), la literatura y el romance. Hace años, William fue uno de sus autores favoritos, pero un mal primer encuentro en persona hizo que ella le hiciera la cruz, aunque sigue leyendo sus novelas.
Para trabajar juntos, ella se tiene que ir a la casa de él en Carmel by the sea (porque es el típico escritor ermitaño) y allí es donde se va a desarrollar toda la trama. ¿Simple, verdad?
El problema aquí es que sabemos con lujos de detalles como es la casa (bien), la ropa de ambos (no está tan mal) y la computadora de ella, pero no sabemos qué sienten cuando ven un amanecer o como es Carmel by the sea, ¡Porque derrocha líneas hablando de marcas, pero no haciendo descripciones!
“Creo que no sabe hacer descripciones esta mujer... O dice que tal o cual cosa es de marca, o nombra todo el tiempo el lugar, o dice que el bendito puente sale en las pelis... En uno de los capítulos incluso se pierde de describir un auto tesla, solo dice que es difícil de manejar ¿pero, por qué?” escribí en el grupo de telegram del club de lectura, ya que estábamos departiendo sobre este tema.
Además, siendo un libro sobre libros, te dice todo lo que está mal al escribir un libro y cómo hacerlo bien ¡Y no sigue su propio consejo!
La verdad, creo que lo terminé porque la autora tiene una forma de escribir que atrapa, a pesar del cabreo que provoca la trama, los personajes, la falta de descripciones y el que parezca que la autora ama el consumismo.
Y eso sin contar el conflicto final ¡Tres putos capítulos a una situación de relleno! ¿Por qué? ¿Qué necesidad de agregarle drama y falta de comunicación a un libro donde la pareja protagonista siempre fue de frente?
Algo para destacar es que William me recordó en varios momentos a Declan, el protagonista de “propuesta de año bisiesto” (Leap year), con su manera de echar por tierra el romanticismo de Raquel, pero al mismo tiempo teniendo gestos románticos. Solo que de maceta.
5/10 (2,5/5 ✨) porque me leí de un tirón todo el final. Y aún así, siento que me regaló media estrella.
Y, como esto es todo, me despido.
Hasta la próxima reseña.
Chaíto!!
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