¡¡¡Saludos, queridxs yogurines y amantes de los libros!!!
Cómo ya estamos en calendario de adviento, hoy les traigo la reseña de un par de cuentos navideños, escritos por quién aparentemente es el señor Navidad.
La entrada es larga, por lo que no los entretengo más y vamos a la ficha de autor.
El autor
Charles John Huffan Dickens, nacido el 7 de febrero de 1812 en Portsmouth, es considerado el más famoso de los escritores de la época victoriana en Inglaterra, así como uno de los indudables clásicos universales de la literatura.
De familia humilde, Dickens no comenzó a recibir educación hasta los nueve años y, por ello, fue enormemente juzgado por la crítica, pues su formación era, para ellos, excesivamente autodidacta. Esta edad la dedicó a enriquecerse de la literatura, especialmente de las novelas picarescas y de aventuras.
La vida de Dickens dio un importante giro al ser su padre encarcelado por sus problemas de deudas. Gran parte de la familia se trasladó a vivir con él a la cárcel, permitido en ese momento por la ley, mientras que el pequeño Dickens fue acogido en una casa de Little College Street. A los doce años, considerado ya capacitado para trabajar, comenzó su vida laboral en una fábrica de tintes. Con el escaso dinero que recibía, pagaba su estancia y ayudaba a su familia.
Su experiencia en la fábrica, junto al empeño de su madre en mantenerlo trabajando allí incluso cuando la situación económica de la familia había mejorado, le inspiró a escribir una de sus obras más conocidas, David Copperfield.
Fue en 1828 que comenzó a trabajar en el mundo de las letras, primero como reportero para Doctor's Commons y luego como cronista en el True Sun. Durante esta época se sintió atraído por el teatro, afición que, finalmente, no fructificó. Dickens siguió trabajando como periodista en otros medios y, en 1836, se casó con Catherine Thompson Hogarth, con quien tuvo diez hijos.
Comenzó a publicar algunos textos que consiguieron gran popularidad, llegando a un amplio público. Entre 1837 y 1838 vio la luz Oliver Twist, un relato altamente autobiográfico y que se publicó por entregas durante dos meses.
En 1843 publica una de sus historias más conocidas, Cuento de Navidad, una obra infantil que ha sido adaptada en innumerables ocasiones al cine, el teatro y la televisión. En noviembre de 1850 publicó otro de sus grandes éxitos, David Copperfield.
Dickens falleció el 9 de junio de 1870 tras sufrir una apoplejía, en Gadshill Place.
La obra.
Sinopsis:
La identificación de Dickens (1812-1870) con la Navidad es tal que en alguna ocasión se ha llegado a decir que Dickens inventó la Navidad tal y como la imaginamos hoy, e incluso que Dickens es la Navidad.
Opinión personal:
Antes de empezar con la reseña, debo aclarar que sé que hay versiones de este libro que traen más cuentos, pero con la que yo cuento (y que es la que leo desde chica) es la versión de la colección Robin hood.
Canción de navidad.
Fecha de relectura: 25-29/11/24. 4✨
“—Se exige a todos los humanos—explicó el fantasma— que su espíritu alterne con los de sus semejantes y recorra el mundo. Si no lo hace en vida, está condenado a hacerlo después de morir. Ha de vagar errante, ¡ay de mí!, siendo testigo de cosas en las que ya no puede participar, pero en las que cuando vivía hubiera podido intervenir para su mayor ventura.
De nuevo el espectro lanzó un grito sacudiendo su cadena y retorciéndose las fantasmagóricas manos.
—Estás encadenado—dijo Scrooge temblando—. ¿Por qué?
—Es la cadena que forjé en mi vida—replicó el espectro—. La fui forjando eslabón a eslabón, metro por metro. Me la ceñí por mi propia voluntad y por mi propia voluntad cargué con ella, ¿te extraña su estructura?
Scrooge temblaba como la hoja en el árbol.
—¿Te gustaría saber —prosiguió el Fantasma— el peso y longitud de la que tú mismo llevas? Hace siete Navidades era ya tan poderosa y larga como ésta. Y desde entonces la has ido aumentando. Es una cadena enorme.”
La idea no era comenzar a leer este libro cuando lo terminé haciendo pero, por culpa de un corte de luz en medio del calor infernal que hizo ese día, tuve que distraerme con algo no muy pesado.
Aunque esta fue una relectura, ya que cada tanto me da por leer a Dickens y su Ebenezer Scrooge, nunca le hice reseña hasta ahora, porque o me olvido o no sé qué decir.
La historia es mega conocida, trata sobre Scrooge y su cambio de ser un amargado (que casi podríamos decir que era un grinch), a alguien que compartía la navidad con la familia y ayudaba a los necesitados.
Todos sabemos que este cambio se debe a la visita del fantasma de su antiguo socio, Jacob Marley, quien le advierte que debe realizar este cambio si no quiere terminar como él, para lo cual recibirá la visita de tres fantasmas: el de las navidades pasadas (que le hará ver cuán mal ha tratado a su familia), el de las navidades presentes (que le mostrará que ser grosero con los demás solo lo amarga a él) y el de las navidades futuras, que le terminará de convencer sobre cuánto es imprescindible que cambie su actitud.
No voy a analizar filosóficamente esta obra, porque ya hay muchas reseñas de ese estilo, pero sí diré que es evidente que este cuento cambió la manera de celebrar, ver e interpretar esta celebración. Originalmente vista como religiosa, a partir de la época en que se publicó este cuento, la Navidad se comenzó a celebrar fuera de las iglesias.
La primera vez que leí este libro, recuerdo que al otro día tuvimos que armar el arbolito y lo hicimos escuchando la misa criolla/navidad nuestra, que es como nuestro villancico, y pensé sobre cómo en dos lugares tan distintos, celebramos la época navideña de la misma manera… aunque no advertí que la intención de esa narración era hacer una denuncia social. Pero también concebimos esta época como un momento de reflexión y solidaridad, tal como se muestran a los dos personajes que le van a pedir colaboración a Scrooge.
Scrooge representa lo que Dickens veía que era la burguesía y la clase alta de Gran Bretaña: avaros y codiciosos, mientras que la clase obrera es la necesitada (ya sabemos que el autor pertenecía a esta clase).
“El cielo estaba encapotado y en las callejuelas más angostas la niebla se mantenía aún llevando en su seno partículas de hollín, como si todas las chimeneas de Inglaterra se hubiesen puesto de acuerdo para humear a la vez. Ni el clima ni la ciudad tenía nada de placentero, y sin embargo reinaba un ambiente de alegría que acaso no habría podido causar el sol más radiante.”
En esa frase radica la única diferencia que en su momento encontré entre la Navidad que vivía yo con mi familia en la Navidad que representa Dickens en esta obra, ya que en Argentina no tenemos navidades blancas. Sin embargo ahora veo que en esta misma frase radica una de las enseñanzas del autor, ya que muestra que incluso en la miseria la Navidad es una época espiritual que merece ser festiva y a la cual todos merecemos disfrutar con exactamente el mismo placer, seamos ricos o pobres, millonarios o mendigos.
El libro es definitivamente infantil, y se nota porque en determinados momentos Tiene frases que uno como adulto instintivamente rechaza, pero que como niño abraza. Frases al estilo de “voy a vivir para ser feliz en Navidad”, por ejemplo, o frases que dice el mismo Scrooge a los fantasmas, y que uno dice o piensa que son puras fantasías.
Además, está el hecho de que inequívocamente deja una enseñanza con moraleja, algo mucho más típico en los cuentos para niños que en los cuentos más para adultos.
De todas maneras uno no puede dejar de volver a este libro y a esta lectura, sobre todo en esta época.
Las campanas
Fecha de relectura 30/11-04/12/24. 3,5✨
“A causa de su modo de andar llamaban trotty, con el que fingía andar de prisa. Aquel trotecito que emprendía le causaba muchos contratiempos; el mal clima lo llenaba de barro y le causaba infinitas molestias, Pero había una razón para que anduviera de aquel modo. Toby era un viejo débil, pequeño y flaco, pero por sus buenas intenciones era un verdadero Hércules. Le gustaba ganar su dinero y creía de buena fe que ganaba lo que le daban. Cuando llevaba un mensaje o un paquete, su ánimo crecía extraordinariamente y al trotar avisaba a los que lo precedían para que le dejaran libre el paso, creyendo de buena fe que los alcanzaría y aún los pasaría; además estaba convencido de que era capaz de llevar cualquier cosa que un hombre pudiera levantar.”
A diferencia de Scrooge, este protagonista es más cercano a uno como lector, pero yo supongo que es porque no todos tenemos la posibilidad de ser dueños de negocio rentable y que nos haga millonarios, y en cambio quienes leemos estos libros podemos llegar a ser en su mayoría de la clase obrera.
Scrooge era millonario y Toby es de la clase obrera.
Scrooge empieza haciendo un amargado y Toby es alguien que a pesar de las circunstancias no ve la vida en blanco y negro.
Eso creo yo es lo que los diferencia y acerca a uno como lector más a Toby que a Scrooge.
En este relato, queda más en evidencia que el autor era de la clase obrera, no solo por el tipo de personaje que eligió para protagonista, sino que además lo hace en la manera en que retrata a los aristócratas. Los muestra como snobs que creen ser solidarios con los menos favorecidos, pero a la primera de cambio censuran y encarcelan a personas que no piensan lo que ellos dictan, sin pararse a pensar que esas personas a las que castigan puede que tengan una familia que mantener.
No trae consigo una moraleja este cuento y, mientras que el anterior era más para niños, este definitivamente no lo es.
Es un relato que simplemente trata el mismo tema que la anterior con los mismos recursos de los fantasmas pero que en este caso lo que quiere intentar enseñar es que debemos corregir los errores e intentar ser más comprensivos en las fechas navideñas.
En vez de que al protagonista lo visite El fantasma de su antiguo socio, el mandadero (su profesión es de mandadero o correo) recibe esta misma lección por parte de los fantasmas de la Navidad encarnados en un campanario porque ese campanario él siente que lo acompañó desde que se quedó viudo. Ese día el medio como que rechazó venerar ese campanario y la culpa no lo deja en paz entonces sueña que las campanas le dan una enseñanza, lo que resulta mucho menos creíble que la visita de los fantasmas de la Navidad a Scrooge porque este relato no es para chicos.
La combinación de estas dos historias hace un total de 7,5/10 (3,75/5 ✨), porque si bien una es más infantil y la otra no, ambas tienen la misma esencia y eso me hace suponer que se debe a que el autor quería encarar el mismo aprendizaje para el lector desde dos puntos distintos y con dos visiones distintas. En uno logró que se prendiera el mensaje, mientras que en el otro hubo partes en las que resultaba tediosa la lectura.
Y, como esto es todo, me despido.
Hasta la próxima reseña.
Chaíto!!
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