¡¡¡Saludos, queridxs yogurines y amantes de los libros!!!
En esta ocasión les traigo la reseña de un clásico. Lo empecé a leer antes de que sea seleccionado para la LC del bimestre actual, por lo que aunque lo terminé en LC, no es parte de la misma.
Para no hacer muy larga la intro, vamos a comenzar.
La autora:
MARGARET ATWOOD. Nació el 18 de noviembre de 1939 en Ottawa y creció en el norte de Quebec, Ontario, y Toronto. Cursó estudios en las universidades de Toronto, el Radcliffe College y de Harvard. Su primer libro de poesía, «Double Persephone», se publicó en 1961. Fue profesora de literatura inglesa en diversas universidades canadienses (1964-1972) y lectora en la Universidad de Toronto (1972-1973). Ganó reconocimiento con «The Edible Woman» (1969), «Resurgir» (1972), «Lady Oracle» (1976), «Life Before Man» (1979) y «Ojo de gato» (1989). Autora de más de veinte libros de novelas, cuentos, poesía y crítica literaria. Interesada por el avance científico y, especialmente, la función renovadora del movimiento feminista en la sociedad, considera que la aportación más radical del feminismo es su esencia, «ayudar a las mujeres a confiar en sus posibilidades», como reflejan sus obras «Juegos de poder» (poesía), publicada en 1971 y una de las pioneras en este campo en su país, junto con su ensayo «Second words» (1982). Ha sido galardonada con numerosos premios. Su novela «The Robber Bride» (1993), fue co-ganadora del «Premio Trillium» en 1994. El conjunto de su obra fue premiado con el «Premio internacional del Welsh Arts Councils» (1982). Ha residido en Boston, Vancouver, Edmonton, Montreal, Berlín, Edimburgo, Londres y el sur de Francia. El 25 de junio de 2008 fue reconocida con el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008. La candidatura de Atwood llegó a las últimas rondas de votaciones del jurado junto a las del autor español Juan Goytisolo, el británico Ian McEwan y el albanés Ismail Kadaré. El premio está dotado con 50 000 euros y una escultura de Joan Miró.
La obra.
Sinopsis:
Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa
Opinión personal:
“Nolite te bastardes carborundorum. (No dejes que los bastardos te hagan daño)”
Advertencias de contenido:
Gráfico:
Violación, misoginia y sexismo
Moderado:
Suicidio, infertilidad, muerte
Menor:
Aborto, guerra, aborto espontáneo
Como saben, a mí no me gusta dar cuenta de cuántas hojas tiene un libro, sino que me gusta hacerlo de cuántas partes se divide. En este caso son XV partes que contienen los 46 capítulos de la obra, pero ésta además cuenta con una introducción y notas históricas sobre la obra.
Comencemos por la introducción, la cual recomiendo enormemente que consigan para poderlo leer si sus ediciones no la tienen, ya que es la visión de la autora sobre su propia obra. Les juro que vale la pena, ya que nos habla de cómo fue su proceso de escritura y cómo debe verse la obra desde su perspectiva.
Genera escalofríos lo tan acertada que es sobre el libro mismo y como la realidad ha superado a la ficción.
Para hacernos una idea de la sociedad que plantea el libro, miren la vestimenta que las mujeres tienen que llevar, de acuerdo a la casta:
– Las criadas: vestido rojo, largo hasta las pantorrillas, de mangas largas, guantes y zapatos de tacón bajo del mismo color, y tocado blanco que les cubra la visión periférica.
– Las marthas: verde opaco.
– Las econoesposas: vestidos de rayas rojas, azules y verdes, baratos y
modestos, prueba de que son las mujeres de los hombres más pobres.
– Las viudas: negro.
Eso, sin contar a las esposas de los comandantes, para las cuales el color es azul.
La sociedad es pro bíblica/patriarcal, en la cual las mujeres solo sirven para cocinar y mantener la casa limpia, llevar la economía del hogar y engendrar hijos (no necesariamente todo en una misma mujer).
Mientras tanto, el hombre sólo puede aspirar a tener una mujer (con o sin servidumbre), si llega a una buena posición económica (veamos por caso, que hay chóferes sin esposas, soldados que son demasiado jóvenes para tener una, etc.).
En muchas partes, no pude evitar comparar las referencias a la cultura pop en esta novela con las que hace Stephen King en La larga marcha. Esta novela sale ganando, porque establece muy bien la cronología distópica: el presente que te cuenta la protagonista (en cualquiera de los tiempos en que lo haga, aunque salte de uno al otro), es un futuro cercano nuestro, ya que la sociedad no hace mucho que impuso esas reglas en las que vive en esta novela.
Hasta hace no mucho, Gilead era Estados Unidos, hasta hace no mucho, las mujeres tenían derechos, hasta hace no mucho, existían las revistas de pornografía, hasta hace no mucho, un segundo matrimonio era tan válido como el primero.
De igual manera, en otras partes se nota la influencia de 1984, la obra de George Orwell, sobre todo en los simbolismos.
En la sociedad que plantea esta obra, la mujer ha perdido hasta su identidad. Las criadas (quienes son vi0ladas en una especie de ritual, que tiene como fin la concepción de un niño para la casa del viol4dor) dejan de tener un nombre propio, llamándose con el nombre del -digamos- “hombre que tiene derecho a ellas”. Por ejemplo, nuestra protagonista ha pasado a ser conocida como Defred lo que significa que es la criada de la casa del comandante Fred).
Eso provoca algo de empatía, sobre todo en las escenas del ritual, ya que es allí donde ella más entrecruza su pasado y su presente. Es su mecanismo de defensa ante lo que sufre su cuerpo.
Me gusta que el libro establece, además de la crítica, una advertencia: No creamos que, porque nos costó sangre, las generaciones venideras lo van a valorar.
Al ser humano (y las feministas no estamos exentas de ello) le gusta pensar que nuestros hijos valoran lo que hicimos… pero no siempre es cierto.
(Sin meterme en las cuestiones políticas, diré que miremos lo que pasa actualmente en mí país -Argentina-, donde se luchó por tanto tiempo para conseguir una buena jubilación aún si tus patrones no aportaron, y ahora el estado nacional reprime a los viejos sin que el resto de la sociedad como tal mueva un solo pelo).
La madre de Defred era una feminista que peleó por la liberación femenina, para que su hija y nieta se vieran como iguales a los hombres, y Defred y su generación no supo pelear por lo que la madre y sus compañeras habían conseguido.
“La humanidad es muy adaptable, decía mi madre. Es realmente sorprendente la cantidad de cosas a las que puede acostumbrarse la gente siempre que exista alguna compensación”
De a poco, el libro te va relatando esa espiral en que ella va cayendo, hasta el punto en que pasa de la resistencia hacia su propia situación, hasta la aceptación de su rol en esa sociedad.
Y esa resignación comienza cuando se reencuentra con su amiga de la universidad, a la cual ella siempre consideró una luchadora y la ve rendida a su rol de prostituta en un burdel. Básicamente, cuando la amiga le dice que ni la madre de Defred se salvó y que mejor estaría muerta, Defred comienza a rendirse, lo que hace que uno como lector le tenga más empatía.
Lo mejor de todo es ese final abierto. ¿Qué pasó con Defred? ¿Qué castigo tuvieron los comandantes? ¿Cuál fue el destino de esos niños que nacieron en ese régimen? ¿Qué pasó con Moira, Serena Joy y la hija de Defred? ¿Qué fue de Nick?
Esas son preguntas que quedan sin responder, lo que es un giro bastante grande y muy bueno.
La puntuación es 8,5/10 (4,25/5 ✨), porque es un muy buen libro, pero que es algo monótono.
Esto se debe a que todo el tiempo está relatando la cotidianeidad, aun cuando tiene esos saltos en el tiempo, y eso es lo que considero monótono. Sin embargo, tiene una manera de contar las cosas que hace que, aunque sea uniforme, no es aburrida la narración.🤷♀️🤷♀️
La narradora salta todo el tiempo de contar el presente a los distintos pasados (ya lo van a entender si no lo leyeron aún) y eso hace que tengas que prestar muchísima atención al relato.
Sin embargo, la denuncia que hace, es genial.
Y, como esto es todo, me despido.
Hasta la próxima reseña.
Chaíto!!
Comentarios
Publicar un comentario